La historia se repite y el silencio vuelve a hablar más que las palabras. Desde el pasado 15 de mayo, Jorge Capitanich, exgobernador y actual leg

La historia se repite y el silencio vuelve a hablar más que las palabras. Desde el pasado 15 de mayo, Jorge Capitanich, exgobernador y actual legislador provincial electo por la oposición, ha desaparecido prácticamente de la escena pública, dejando un vacío notorio en sus redes sociales, actos políticos y actividades territoriales. Una actitud que no sorprende, pero sí incomoda, incluso entre propios.
La retirada del escenario no es nueva: ya lo había hecho en 2023, tras la derrota electoral que lo dejó fuera de la Gobernación, cuando repentinamente cesó su habitual actividad digital y su presencia pública. Aquella vez, la estrategia fue clara: dejar que el tiempo y el olvido cicatricen las heridas políticas. Hoy, todo parece indicar que la fórmula se repite.
Consultadas fuentes del entorno del justicialismo chaqueño, confirmaron a este medio que esta ausencia no responde a una crisis personal ni a un repliegue táctico por la coyuntura provincial, sino que formaría parte de un plan mayor: abandonar su banca en la Legislatura provincial para la cual fue electo y por la que encabezó la lista opositora, y relanzar una nueva candidatura, esta vez para liderar la lista a senador nacional en los próximos comicios.
El contraste es evidente. Durante la campaña, Capitanich apostó fuertemente a una imagen de cercanía con los vecinos, recorriendo localidades, tocando puertas y prometiendo representar una nueva etapa. Sin embargo, una vez pasada la elección, ese perfil activo y territorial se desvaneció, dejando a sus votantes con un vacío que muchos ya consideran una traición al mandato popular.
La pregunta es inevitable: ¿cuánto vale la palabra de un dirigente que se muestra solo en campaña? ¿Y cuánta credibilidad conserva quien abandona el cargo por el que pidió el voto, tan solo meses después de haber sido elegido?
Mientras el oficialismo provincial enfrenta sus propias tormentas, la oposición —lejos de fortalecerse— parece repetir viejas prácticas: priorizar ambiciones personales por sobre el compromiso institucional. Y en el centro de esa crítica vuelve a estar Jorge Capitanich, un político hábil, pero cada vez más alejado de la ciudadanía real y cada vez más cerca del juego de la rosca eterna.
¿Será este nuevo silencio el preludio de otra candidatura? Todo indica que sí. Pero esta vez, la sociedad chaqueña ya no observa en silencio.
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