Marta Paredes, inspectora de tránsito de la Municipalidad de Resistencia, tenía 57 años y se contagió COVID-19 trabajando, ayudando para que todo

Marta Paredes, inspectora de tránsito de la Municipalidad de Resistencia, tenía 57 años y se contagió COVID-19 trabajando, ayudando para que todos se queden en sus domicilios. Su familia no encuentra consuelo.
Con dolor relatan la desidia y el abandono que sintieron por parte del sistema público de salud, “el dos de mayo comenzó una pesadilla que nos destruyó como familia”, expresan.
Marta, es hoy un número más de los fallecidos por coronavirus en la provincia del Chaco, una de las ciudades más afectadas por el virus de todo el país.
Esta trabajadora municipal tenía una historia, una vida llena de sueños como todos lo que hoy engordan la dolorosa cifra.
Marta tenía una familia numerosa, amigos que la recuerdan y lloran. Tenía tres hijos que la acompañaron como pudieron hasta su último suspiro “mamá se fue el 25 de mayo, pero la vimos por última vez el 14, cuando la internaron, no pudimos besarla, no pudimos abrazarla ni darle un velatorio como se lo merecía”, expresó Yanina su única hija mujer, acompañada de dos hermanos, Adrián y Nicolás.

El relato es largo, porque la muerte de Marta no fue instantánea, no padeció un par de días de internación y el desenlace. Marta y su familia lucharon contra el virus, contra el sistema y contra las ausencias desde el 2 de mayo.
“Una pesadilla de 22 días con el peor final, una película de terror que nos cambió la vida”, explica su hija, quien detalla minuciosamente todo lo que ella y su familia vivieron, con un orden de cronología intachable, horas y fechas específicas, imposible olvidarlas, claro. Quien olvidaría todo lo que hicieron para que su mamá viva y no lo lograron.

“Mi madre se contagió de coronavirus, en su lugar de trabajo, ella era jefa en la Base de operadores, de la Dirección General de Tránsito, Transporte Público y Cargas de la Municipalidad de Resistencia. Justamente en ese lugar, contrajo el virus por una compañera que tuvo todos los síntomas durante días y no fue atendida por un médico.
El 2 de mayo, esta compañera de mi madre se realiza el hispodado, al día siguiente recibe el resultado, positivo para COVID-19.
Cabe mencionar que por esas fechas resultaron contagiados en la Dirección dos agentes, el positivo de Marta llegaría días después.
Su hija continua el relato, “cuando la compañera de trabajo de mamá recibe el positivo, le avisa y ella instantáneamente decide iniciar el aislamiento en su departamento.
Ya que vivía sola a pocos metros de mi casa, entonces nosotros la asistíamos. Ella siempre estuvo encerrada.
Los primeros días sin ningún síntoma, pero cuidándose y cuidándonos.
Ese mismo 3 de mayo avisamos a salud pública, a los números que publican en todos lados, jamás obtuvimos respuestas claras de cómo actuar”.
El 5 de mayo, Marta comenzó a presentar síntomas, una leve gripe, por definirlo, “llamamos nuevamente a salud pública, nos tomaron los datos pero no vinieron, llamamos al servicio de EME y la atendieron recentándole antibióticos para un leve resfriado”, relata Yanina.
“El viernes 8 de mayo comenzamos a vivir los momentos más duros, los que sin duda, marcan el inicio del fin de la vida de mamá”, explica su hija.
Marta comenzó a levantar mucha fiebre, una tos permanente que no le permitía respirar y estaba muy agitada.
La familia seguía llamando a Salud Públicas, siempre sin respuestas.
“En medio de la desesperación de ver a mi madre tan mal, decidí ir al consultorio de febriles del Hospital Parrando, ubicado por Avenida Nicolás Rojas Acosta.
Fuimos con mi marido, consultamos si la podíamos llevar para que le realicen el hisopado, estábamos desesperados por no saber cómo medicarla, los médicos de EME, avisaron a Salud Pública, nosotros avisamos pero tuvimos que ir.
En el consultorio de febriles, nos dijeron que la acerquemos, que ellos estaban colapsados no podían ir.
A las 23 del viernes 8 de mayo, llevamos a mi mamá para que le realicen el hisopado. Comenzaba una nueva espera de 24 a 48 horas para conocer el resultado”, expresó Yanina.
“Mi mamá no mejoraba, al contrario. Mientras esperábamos el resultado, su salud se deterioraba».
«Mi mamá no tenía enfermedades de base, era una mujer sana que no podía respirar normalmente y sólo nos decían que le demos paracetamol».
«Fui dos veces al consultorio de febriles y el día lunes 11, después de un escándalo que realicé en el área de epidemiología, me dieron el resultado…»
«Lo que no queríamos leer decía ese papel… POSITIVO»
“El Martes 12 de mayo mi madre no respiraba nada bien, desesperados la llevamos al Perrando, nos trataron muy mal, nos mandaron a casa y nos dijeron que esperemos que iba a venir un médico».
«Decidimos consultar a un nuevo servicio privado de guardias y emergencias. La atendieron en casa, la medicaron con antibióticos y nebulización».
«El jueves 14 nuevamente llaman a los médicos del servicio privado, en esta oportunidad, los especialistas consideran la gravedad del cuadro y solicitan a la familia internación para Marta. Fue trasladada de su domicilio al Sanatorio Femechaco»
“En el sanatorio nos recibió el Doctor Bravo, quien nos explicó la gravedad de mamá y nos dijo que no íbamos a poder verla por 15 días, pero que nos darían los partes médicos diarios.
«Mi mamá pasó sus últimos días sola, con miedo y angustia de no poder estar con sus seres queridos”, expresa su hija.
“El mismo 14 de mayo, cuando mamá estaba ya internada, vinieron a mi casa los médicos del Hospital a ver como estaba mi madre, le comentamos que ya estaba internada, nuevamente nos dicen que estaban desbordados de pacientes”.
El cuadro clínico de Marta era cada día peor.
«Comenzó con una bronconeumonía, con insuficiencia renal aguda y más complicaciones.
El 25 de mayo a las 20 nos llamaron del Sanatorio y nos avisaron que mi madre falleció de un paro cardiorespiratorio, la vida se nos desmoronó”, expresa su familia.
«La inspectora no tenía enfermedad de base, el virus afectó sus pulmones, riñones y corazón
La Familia de Marta Paredes, la llora, la recuerda con amor, alegría y momentos de dolor.
Explican que amaba ser inspectora de tránsito, disfrutaba trabajar y era muy querida por sus compañeros, ni su familia ni amigos, nadie pudo despedirse de ella.
El dolor de la familia de Marta, no terminó ese día del fallecimiento. Sus hijos luchan día a día para superar el dolor, pero una negligencia, un descuido o un mal manejo de la información llenaron de ira y mucha tristeza a los hijos de Marta.
“El 31 de mayo a las 8.30 golpearon la puerta de la casa de mamá, cuando atiendo, un médico y una enfermera que se acercaron en una camioneta de salud pública, me dicen que vienen a casa a hacerle unas preguntas a mi mamá para ver su evolución”, expresa su hija con lágrimas en sus ojos.
Seis días habían pasado del fallecimiento de Marta y en Salud Pública no se habían enterado
Fuente: Infoqom
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